Stefan Zweig
Nacido en Viena en 1881, Stephan Zweig fue poeta,
traductor, editor, pacifista, humanista y europeo. Emigró a Suiza durante la
primera guerra mundial, de 1917 a 1918, y fue uno de los autores más traducidos
antes de la Segunda Guerra Mundial. En 1934 emigra a Londres, en 1941 se exilia
a Brasil donde, junto a su mujer, se suicida el 23 de febrero de 1942.
Hoy, todavía conocido por algunos de sus relatos, Stefan Zweig ha caído prácticamente en el olvido en su faceta de personaje fundamental del exilio.
Hoy, todavía conocido por algunos de sus relatos, Stefan Zweig ha caído prácticamente en el olvido en su faceta de personaje fundamental del exilio.
Zweig fue uno de
los más acérrimos defensores de la «comunidad intelectual de Europa» y de la
«gran amistad del espíritu que desconoce las fronteras». Terminada la guerra,
volvió a su país, se instaló en
Salzburgo, donde lleva una existencia laboriosa, interrumpida tan solo por sus
frecuentes viajes, que le dan materia y ocasión de nuevas actividades. En tal
ciudad compuso los volúmenes de cuentos Amok (1922) y Confusión de sentimientos
(1925), reunidos luego en un ciclo, La cadena, junto con el libro precedente,
Primera experiencia de 1911; allí también aparecieron los ensayos contenidos en
los tres trípticos titulados Tres maestros (1920), La lucha contra el demonio
(1925) y Tres poetas de la propia vida (1930). A este ciclo cabe vincular otro
tríptico, La curación por el espíritu (1932). El método empleado en estas
trilogías y en la serie de «miniaturas» históricas Momentos estelares de la
humanidad es la crítica psicológica de fondo freudiano: Zweig, en efecto,
defendió apasionadamente las doctrinas de Freud, y durante años enteros, de
1926 a 1931, colaboró en el Almanaque de psicoanálisis publicado en Viena.
Mientras tanto, la
casa del escritor, en Salzburgo, se había convertido en punto de reunión de los
principales artistas de toda Europa, de Thomas Mann a Toscanini; sin embargo,
en 1934 Zweig resolvió abandonarla, y, movido por un oscuro presentimiento del
final de la independencia austríaca, fue a establecerse en Inglaterra, donde
terminó su libro acerca de María Estuardo. El año siguiente llevó a cabo
todavía un viaje al Brasil y a la Argentina. De vuelta a Europa, amargaban su
existencia el espectro de la guerra próxima y una difícil situación familiar:
se había separado de su mujer (el
divorcio fue a fines de 1938), cuando el literato se enamoró de su joven
secretaria Lotte Altmann, a la que se unió el año siguiente. En 1940 emigró a los Estados Unidos, y luego
fijó su residencia en el Brasil. El cansancio de la vida nómada y el
hundimiento de sus esperanzas en un mundo basado en la cultura y la comprensión
humana le indujeron a buscar la huida y el reposo en la muerte; y así, se
suicidó junto con su joven esposa.
La
Frase:
"Nací
en 1881, en un imperio grande y poderoso -la monarquía de los Habsburgos-, pero
no se molesten en buscarlo en el mapa: ha sido borrado sin dejar rastro. Me
crié en Viena, metrópoli dos veces milenaria y supranacional, de donde tuve que
huir como un criminal antes de que fuese degradada a la condición de ciudad de
provincia alemana. En la lengua en que la había escrito y en la tierra en que
mis libros se habían granjeado la amistad de millones de lectores, mi obra
literaria fue reducida a cenizas. De manera que ahora soy un ser de ninguna
parte, forastero en todas; huésped, en el mejor de los casos. También he
perdido a mi patria propiamente dicha, la que había elegido mi corazón, Europa,
a partir del momento en que ésta se ha suicidado desgarrándose en dos guerras
fratricidas",
La Obra:
Escrito
en 1929, Mendel el de los libros narra la trágica historia de un excéntrico
librero de viejo que pasa sus días sentado siempre a la misma mesa en uno de
los muchos cafés de la ciudad de Viena. Con su memoria enciclopédica, el
inmigrante judío ruso no sólo es tolerado, sino querido y admirado por el dueño
del café Gluck y por la culta clientela que requiere sus servicios.
Llegué a este libro por pura casualidad, lo
encontré en una librería de viejo, arrumado entre muchos otros libros,
esperando un lector.. Me gustan las historias sencillas de Sweig, pequeñas
fábulas que dejan siempre una reflexión que
ponen a pensar al lector.
Este relato nos presenta un gran personaje, Jacob
Mendel. Librero de memoria prodigiosa, al estilo del Funes de Borges, y como
Funes, se trata de una memoria de inventario, sin preocuparse de su contenido
Este personaje, se aproxima al mundo sólo a través de los
libros, y allí radica el origen de su tragedia. Desde la mesa del café Gluck
que habita hace décadas, ignora los designios de la guerra en que está sumida
Austria, y se desentiende de cuestiones mundanas como su propio origen de judío
ruso que precipitará su arresto y conducción a un campo de concentración.
Antes de partir de
la vida, con pleno conocimiento, y lúcido, me urge cumplir con un último deber:
agradecer profundamente a este maravilloso país, Brasil, que me ofreció a mí y
a mi trabajo una estancia tan buena y hospitalaria. Cada día aprendí a amar más
este país, y en ninguna parte me hubiera dado más gusto volver a construir mi
vida desde el principio, después de que el mundo de mi propia lengua ha
desaparecido y Europa, mi patria espiritual, se destruye a sí misma. Pero
después de los sesenta se requieren fuerzas especiales para empezar de nuevo. Y
las mías están agotadas después de tantos años de andar sin patria. De esta
manera considero lo mejor, concluir a tiempo y con integridad una vida, cuya
mayor alegría era el trabajo espiritual, y cuyo más preciado bien en esta
tierra era la libertad personal. Saludo a mis amigos. Ojalá puedan ver el
amanecer después de esa larga noche. Yo, demasiado impaciente, me les adelanto.