"UN HOGAR SIN LIBROS ES COMO UN CUERPO SIN ALMA"
"VEO QUE ME HA SUCEDIDO LO MISMO QUE OCURRE A LOS MANUSCRITOS PEGADOS EN SUS ROLLOS TRAS LARGO TIEMPO DE OLVIDO:HAY QUE DESENROLLAR LA MEMORIA Y DE VEZ EN CUANDO SACUDIR TODO LO QUE ALLÍ SE HALLA ALMACENADO"
SENECA-

martes, 15 de noviembre de 2011


Stefan Zweig

El Autor:
Nacido en Viena en 1881, Stephan Zweig fue poeta, traductor, editor, pacifista, humanista y europeo. Emigró a Suiza durante la primera guerra mundial, de 1917 a 1918, y fue uno de los autores más traducidos antes de la Segunda Guerra Mundial. En 1934 emigra a Londres, en 1941 se exilia a Brasil donde, junto a su mujer, se suicida el 23 de febrero de 1942.
Hoy, todavía conocido por algunos de sus relatos, Stefan Zweig ha caído prácticamente en el olvido en su faceta de personaje fundamental del exilio.

Zweig fue uno de los más acérrimos defensores de la «comunidad intelectual de Europa» y de la «gran amistad del espíritu que desconoce las fronteras». Terminada la guerra, volvió a su país,  se instaló en Salzburgo, donde lleva una existencia laboriosa, interrumpida tan solo por sus frecuentes viajes, que le dan materia y ocasión de nuevas actividades. En tal ciudad compuso los volúmenes de cuentos Amok (1922) y Confusión de sentimientos (1925), reunidos luego en un ciclo, La cadena, junto con el libro precedente, Primera experiencia de 1911; allí también aparecieron los ensayos contenidos en los tres trípticos titulados Tres maestros (1920), La lucha contra el demonio (1925) y Tres poetas de la propia vida (1930). A este ciclo cabe vincular otro tríptico, La curación por el espíritu (1932). El método empleado en estas trilogías y en la serie de «miniaturas» históricas Momentos estelares de la humanidad es la crítica psicológica de fondo freudiano: Zweig, en efecto, defendió apasionadamente las doctrinas de Freud, y durante años enteros, de 1926 a 1931, colaboró en el Almanaque de psicoanálisis publicado en Viena.

Mientras tanto, la casa del escritor, en Salzburgo, se había convertido en punto de reunión de los principales artistas de toda Europa, de Thomas Mann a Toscanini; sin embargo, en 1934 Zweig resolvió abandonarla, y, movido por un oscuro presentimiento del final de la independencia austríaca, fue a establecerse en Inglaterra, donde terminó su libro acerca de María Estuardo. El año siguiente llevó a cabo todavía un viaje al Brasil y a la Argentina. De vuelta a Europa, amargaban su existencia el espectro de la guerra próxima y una difícil situación familiar: se había separado  de su mujer (el divorcio fue a fines de 1938), cuando el literato se enamoró de su joven secretaria Lotte Altmann, a la que se unió el año siguiente.  En 1940 emigró a los Estados Unidos, y luego fijó su residencia en el Brasil. El cansancio de la vida nómada y el hundimiento de sus esperanzas en un mundo basado en la cultura y la comprensión humana le indujeron a buscar la huida y el reposo en la muerte; y así, se suicidó junto con su joven esposa.



La Frase:




 “El Mundo de Ayer”



"Nací en 1881, en un imperio grande y poderoso -la monarquía de los Habsburgos-, pero no se molesten en buscarlo en el mapa: ha sido borrado sin dejar rastro. Me crié en Viena, metrópoli dos veces milenaria y supranacional, de donde tuve que huir como un criminal antes de que fuese degradada a la condición de ciudad de provincia alemana. En la lengua en que la había escrito y en la tierra en que mis libros se habían granjeado la amistad de millones de lectores, mi obra literaria fue reducida a cenizas. De manera que ahora soy un ser de ninguna parte, forastero en todas; huésped, en el mejor de los casos. También he perdido a mi patria propiamente dicha, la que había elegido mi corazón, Europa, a partir del momento en que ésta se ha suicidado desgarrándose en dos guerras fratricidas",



La Obra:



Mendel El De Los Libros:



Escrito en 1929, Mendel el de los libros narra la trágica historia de un excéntrico librero de viejo que pasa sus días sentado siempre a la misma mesa en uno de los muchos cafés de la ciudad de Viena. Con su memoria enciclopédica, el inmigrante judío ruso no sólo es tolerado, sino querido y admirado por el dueño del café Gluck y por la culta clientela que requiere sus servicios.

Llegué a este libro por pura casualidad, lo encontré en una librería de viejo, arrumado entre muchos otros libros, esperando un lector.. Me gustan las historias sencillas de Sweig, pequeñas fábulas que dejan siempre una reflexión que  ponen a pensar al lector.

Este relato nos presenta un gran personaje, Jacob Mendel. Librero de memoria prodigiosa, al estilo del Funes de Borges, y como Funes, se trata de una memoria de inventario, sin preocuparse de su contenido

Este personaje,  se aproxima al mundo sólo a través de los libros, y allí radica el origen de su tragedia. Desde la mesa del café Gluck que habita hace décadas, ignora los designios de la guerra en que está sumida Austria, y se desentiende de cuestiones mundanas como su propio origen de judío ruso que precipitará su arresto y conducción a un campo de concentración.




Declaración:

Antes de partir de la vida, con pleno conocimiento, y lúcido, me urge cumplir con un último deber: agradecer profundamente a este maravilloso país, Brasil, que me ofreció a mí y a mi trabajo una estancia tan buena y hospitalaria. Cada día aprendí a amar más este país, y en ninguna parte me hubiera dado más gusto volver a construir mi vida desde el principio, después de que el mundo de mi propia lengua ha desaparecido y Europa, mi patria espiritual, se destruye a sí misma. Pero después de los sesenta se requieren fuerzas especiales para empezar de nuevo. Y las mías están agotadas después de tantos años de andar sin patria. De esta manera considero lo mejor, concluir a tiempo y con integridad una vida, cuya mayor alegría era el trabajo espiritual, y cuyo más preciado bien en esta tierra era la libertad personal. Saludo a mis amigos. Ojalá puedan ver el amanecer después de esa larga noche. Yo, demasiado impaciente, me les adelanto.



lunes, 14 de noviembre de 2011

ANTÍGONA


El Autor:
SOFOCLES

La Frase:
A continuación reproduzco uno de los más bellos pasajes de la literatura clásica: el diálogo entre Creonte y Antígona.
CREONTE
(a Antígona) Y tú, tú que inclinas al suelo tu rostro, ¿confirmas o desmientes haber hecho esto?
ANTÍGONA
Lo confirmo, sí; yo lo hice, y no lo niego.
CREONTE
(Al guardián.) Tú puedes irte a dónde quieras, ya del peso de mi inculpación.
Sale el guardián.
pero tú (a Antígona) dime brevemente, sin extenderte; ¿sabías que estaba decretado no hacer esto?
ANTÍGONA
Si, lo sabía: ¿cómo no iba a saberlo? Todo el mundo lo sabe.
CREONTE
Y, así y todo, ¿te atreviste a pasar por encima de la ley?
ANTÍGONA
No era Zeus quien me la había decretado, ni Dike, compañera de los dioses subterráneos, perfiló nunca entre los hombres leyes de este tipo. Y no creía yo que tus decretos tuvieran tanta fuerza como para permitir que solo un hombre pueda saltar por encima de las leyes no escritas, inmutables, de los dioses: su vigencia no es de hoy ni de ayer, sino de siempre, y nadie sabe cuándo fue que aparecieron. No iba yo a atraerme el castigo de los dioses por temor a lo que pudiera pensar alguien: ya veía, ya, mi muerte –y cómo no?—, aunque tú no hubieses decretado nada; y, si muero antes de tiempo, yo digo que es ganancia: quien, como yo, entre tantos males vive, ¿no sale acaso ganando con su muerte? Y así, no es, no desgracia, para mi, tener este destino; y en cambio, si el cadáver de un hijo de mi madre estuviera insepulto y yo lo aguantara, entonces, eso si me sería doloroso; lo otro, en cambio, no me es doloroso: puede que a ti te parezca que obré como una loca, pero, poco más o menos, es a un loco a quien doy cuenta de mi locura.
CORIFEO
Muestra la joven fiera audacia, hija de un padre fiero: no sabe ceder al infortunio.
CREONTE
(Al coro.) Si, pero sepas que los mas inflexibles pensamientos son los mas prestos a caer: Y el hierro que, una vez cocido, el fuego hace fortísimo y muy duro, a menudo verás cómo se resquebraja, lleno de hendiduras; sé de fogosos caballos que una pequeña brida ha domado; no cuadra la arrogancia al que es esclavo del vecino; y ella se daba perfecta cuenta de la suya, al transgredir las leyes establecidas; y, después de hacerlo, otra nueva arrogancia: ufanarse y mostrar alegría por haberlo hecho. En verdad que el hombre no soy yo, que el hombre es ella si ante esto no siente el peso de la autoridad; pero, por muy de sangre de mi hermana que sea, aunque sea mas de mi sangre que todo el Zeus que preside mi hogar, ni ella ni su hermana podrán escapar de muerte infamante, porque a su hermana también la acuso de haber tenido parte en la decisión de sepultarle. (A los esclavos.) Llamadla. (Al coro.) Si, la he visto dentro hace poco, fuera de si, incapaz de dominar su razón; porque, generalmente, el corazón de los que traman en la sombra acciones no rectas, antes de que realicen su acción, ya resulta convicto de su arteria. Pero, sobre todo, mi odio es para la que, cogida en pleno delito, quiere después darle timbres de belleza.
ANTÍGONA
Ya me tienes: ¿buscas aún algo más que mi muerte?
CREONTE
Por mi parte, nada más; con tener esto, lo tengo ya todo.
ANTÍGONA
¿Qué esperas, pues? A mi, tus palabras ni me placen ni podrían nunca llegar a complacerme; y las mías también a ti te son desagradables. De todos modos, ¿cómo podía alcanzar más gloriosa gloria que enterrando a mi hermano? Todos éstos, te dirían que mi acción les agrada, si el miedo no les tuviera cerrada la boca; pero la tiranía tiene, entre otras muchas ventajas, la de poder hacer y decir lo que le venga en gana.
CREONTE
De entre todos los cadmeos, este punto de vista es solo tuyo.
ANTÍGONA
Que no, que es el de todos: pero ante ti cierran la boca.
CREONTE
¿Y a ti no te avergüenza, pensar distinto a ellos?
ANTÍGONA
Nada hay vergonzoso en honrar a los hermanos.
CREONTE
¿Y no era acaso tu hermano el que murió frente a él?
ANTÍGONA
Mi hermano era, del mismo padre y de la misma madre.
CREONTE
Y, siendo así, ¿como tributas al uno honores impíos para el otro?
ANTÍGONA
No sería a ésta la opinión del muerto.
CREONTE
Si tú le honras igual que al impío…
ANTÍGONA
Cuando murió no era su esclavo: era su hermano.
CREONTE
Que había venido a arrasar el país; y el otro se opuso en su defensa.
ANTÍGONA
Con todo, Hades requiere leyes igualitarias.
CREONTE
Pero no que el que obró bien tenga la misma suerte que el malvado.
ANTÍGONA
¿Quién sabe si allí abajo mi acción es elogiable?
CREONTE
No, en verdad no, que un enemigo.. ni muerto, será jamás mi amigo
ANTÍGONA
No nací para compartir el odio sino el amor.
CREONTE
Pues vete abajo y, si te quedan ganas de amar, ama a los muertos que, a mi, mientras viva, no ha de mandarme una mujer.


La Obra:

Como quiera  que hemos sido citados a ejercer  el derecho ciudadano  de elegir a nuestros representantes a los cuerpos colegiados  y al  jefe del gobierno, tome la decisión  de releer ANTÍGONA de Sófocles, toda vez que se eleva como la tragedia  que representa la  máxima expresión de la libertad, la familia  y el derecho natural frente al despotismo y a las razones de estado. Es también, guardadas las distancias y la forma de entender la vida, volver a lo griego, como valor  fundamental de la civilización occidental. Cada vez que Antígona es representada, o simplemente leída, levantándose altiva , gloriosa y mártir muriendo en escena, ganamos de alguna manera la libertad y la democracia, y Sófocles, como diría José María Pemán, gana nuevamente la batalla de Salamina, y con ella, la civilización europea, al contrario, si se hubiere perdido,  seriamos persas u orientales, y nuestro destino ,seria diverso al que vivimos.
Pero volvamos a Antígona, a lo que ella representa: El pensamiento claro de la razón de la verdad frente a la razón de la política:  Eteocles y Polinices, los hijos de Edipo, mueren peleando, en bandos contrarios, en el cerco y liberación de Tebas. Eteocles, del lado de la ciudad; Polinices, del lado de los sitiadores. Creonte, el déspota gobernante de Tebas, decreta que  Eteocles sea enterrado con todos los honores que corresponden a los héroes que mueren por la patria; Polinices, en cambio, que murió del lado de los sitiadores, debe quedar insepulto como carnaza de los buitres  y escarmiento de los Tebanos.

Conocido el decreto del déspota, ANTÍGONA, hija también de Edipo, se propone desobedecer el mandato y enterrar a su hermano. Antígona es sorprendida en su intento por los soldados y llevada presa  ante el tirano, que la increpa por su desobediencia, recordándole que habrá pena de muerte para quien entierre a Polinices. Entre Antígona y Creonte se produce un diálogo que se eleva sobre el simple interrogatorio judicial de lo ocurrido y produce un choque entre la ley natural y la piedad familiar con  la voluntad personal y arbitraria del  tirano. Creonte sentencia según su poder material y su voluntad omnímoda. Antígona argumenta según la ley natural fijada por los dioses en el espíritu humano. Esta escena representa, sin lugar a dudas, el nacimiento de la libertad, de la dignidad humana, de la conciencia personal frente a cualquier tiranía: Antígona le grita a Creonte que sus decretos no tienen ningún valor en la región del Hades y que ella  no nació para compartir el odio sino el amor. Creonte le responde pronunciando su sentencia de muerte y Antígona es enterrada viva en una cueva en la montaña.

Hemon, el hijo de Creonte corre a liberar a Antígona, su amada, y al encontrarla muerta se quita la vida...

La Tragedia de Antígona nos coloca frente a los valores humanos: La libertad, la dignidad, el derecho natural y  la familia, en síntesis, la defensa de los derechos personalísimos del ser humano. Pero, y lo más importante, ante la exigencia de ser críticos ante los hechos y circunstancias que rodean nuestras vidas: actuar con recta conciencia. La exigencia del 20 de noviembre nos lo reclama. Son estos días de reflexión en el análisis de los pros y los contras de los programas de los candidatos de los diversos partidos lo que ha de definir nuestro voto sin perder la perspectiva de lo que debemos defender: El futuro de nuestros hijos, de nuestros nietos, nuestra propia dignidad como seres humanos y la libertad personal por encima de cualquier otro principio: Quien pretenda arrebatarnos los derechos adquiridos  a lo largo de tantas luchas conseguidos debe ser señalado, por los ciudadanos, con el dedo de la ignominia  y condenado a desaparecer de la escena política.

Desde aquí, y bajo estos principios, pido el voto para quien, dentro de sus programas, garantice la igualdad de derechos y obligaciones para todos los ciudadanos: La razón de la verdad de la sociedad en que vivimos  frente a la razón  de las mezquindades políticas y las injerencias de los poderes facticos en las razones de estado. .

Carlos Herrera Rozo.