"UN HOGAR SIN LIBROS ES COMO UN CUERPO SIN ALMA"
"VEO QUE ME HA SUCEDIDO LO MISMO QUE OCURRE A LOS MANUSCRITOS PEGADOS EN SUS ROLLOS TRAS LARGO TIEMPO DE OLVIDO:HAY QUE DESENROLLAR LA MEMORIA Y DE VEZ EN CUANDO SACUDIR TODO LO QUE ALLÍ SE HALLA ALMACENADO"
SENECA-

domingo, 1 de enero de 2012


Heinrich von Kleist / DRAMATURGO



Nacido en Fráncfort del Oder en 1777, Kleist era hijo de un oficial. En 1804, Kleist debutó como dramaturgo con el estreno en Graz (Austria) de 'La familia Schroffenstein', drama con el que se inicia una producción dramática y narrativa abundante.
La obra y la vida de Heinrich von Kleist sigue siendo para muchos un enigma 200 años después de su muerte. Von Kleist sigue siendo, sin lugar a dudas,   una de las figuras más contradictorias y complejas de la literatura alemana. Su figura ha sido reclamada por diversas corrientes estéticas y ha intentado, a lo largo de los años , ser instrumentalizada por las más variadas ideologías políticas.

 Su narración 'Michael Kohlhaas', una de sus  obras más famosas, cuenta la historia de un hombre al que 'el sentimiento de la justicia hizo asesino y bandolero'. Esa obra, para muchos, es la más representativa del autor. Ha hecho que algunos relacionen a Kleist con la banda terrorista 'Fracción del Ejército Rojo' (RAF) y, por extensión, con el terrorismo de izquierdas en general.

En todo caso, la obra de Kleist y las percepciones que se puedan tener son contradictorias y no se agotan en el terreno político sino que parece haber algo más esencial. Thomas Mann, por ejemplo, parecían sentir una mezcla de atracción y repugnancia por la obra de Kleist. Quizás  se deba a la radicalidad de sus narraciones y sus dramas, en donde suele haber descripciones y representaciones de  excesiva violencia qu resultan difíciles de digerir.

 Kleist se suicidó el 21 de noviembre de 1811, junto con su amiga Henriette Vogel, en ferma de cancer, al lado de un lago entre Berlín y Potsdam. El escritor tenía 34 años, sus obras de teatro no tenían el éxito esperado y sus esfuerzos por conseguir un empleo como director dramático habían fracasado.

 Mientras que en vida le fue negado el reconocimiento, después  de  su muerte ha habido olas de admiración por Kleist que han ido cambiando la percepción de su obra. A comienzos del siglo XX, los expresionistas lo reclamaban como su 'hermano mayor'.

Mientras que en 1911, en el primer centenario de la muerte, había quien definía a Kleist como culminación del clasicismo, cincuenta años después otros lo definían como precursor de la vanguardia y ahora  su teatro  es relacionado con el de Samuel Becket.


 La Frase:


"En las riberas del Havel vivía hacia mediados del siglo XVI un tratante de caballos llamado Michael Kohlhaas, hijo de un maestro de primeras letras, y uno de los hombres más honrados y a la vez más terribles de toda su época. Hasta sus treinta años de edad, este hombre tan fuera de lo común hubiera podido ser considerado como modelo de ciudadanos. En una aldea que todavía hoy lleva su nombre, poseía una granja en la cual vivía tranquilamente con lo que le producía su oficio, educando a sus hijos en el temor de Dios, en el amor al trabajo y en la lealtad. No había uno solo de sus vecinos que no se hubiera aprovechado alguna vez de su generosidad o de su justicia; en una palabra, el mundo hubiera bendecido todavía hoy su memoria, si no hubiera pecado de excesivo en una virtud. Su sentimiento de la justicia, empero, le convirtió en asesino y bandolero".


“LA ASOMBROSA GUERRA DE MICHAEL KOHLHASS”



Ahora, con un poco más de tiempo, aprovechando las fiestas navideñas, he releído la pequeña novela de Heinrich von kleist, “La Asombrosa Guerra de  Michael  Kohlhass”. Nacido el 18 de octubre de 1877 en Frankfort y suicidado el 21 de noviembre de  1911 en Postdam. Escribió  una novela del siglo XIX que describe con aplicada narrativa, la vida, la tradición y las costumbres del país de los Lânders en el siglo XVI. Como en toda obra LITERARIA nos encontramos ante una ficción, pero debemos  pisar con pie firme, pues nos movemos en terreno movedizo, un camino sembrado de trampas  en el que habrá que leer entre líneas para no perdernos en subterfugios sin importancia: las novelas no se escriben para contar historias sino para transformar la vida.

Heinrich von kleist, cuenta la historia de un hombre al que un terrateniente, Junker von Tronka, le decomisa, de manera arbitraria, una recua de caballos que era su más preciado tesoro. Michael Kohlhass, procura por todos los medio con cumplir  con las exigencias y  obligaciones que se le imponen para recuperar, cumpliendo la ley, sus equinos. Pero no lo consigue. Las bestias han desaparecido. El sentido de justicia se quiebra. El episodio desata en Kohlhaas, hasta ese día un ciudadano ejemplar, un sentido de retaliación, justiciero, que lo transforma en forajido. Buscando la reparación por el daño sufrido, destruye pueblos, asesina civiles  y siembra el terror por las riveras del rio Havel. Cuentan que llamaron hasta a Martin Lutero para que interviniera e intercediera para apaciguar  a Kohlhaas. El Reformador Lutero le envió una misiva en la que le consignaba lo siguiente: “”Kohlhaas, tú que pretendes haber sido enviado para empuñar la espada de la justicia ¿de qué te precias, osado, al  valerte de la locura de la ciega pasión si desde la coronilla hasta el calcañar representas el colmo de la injusticia”. Pero solo consiguió  un armisticio, la guerra continuó por muchos años.

Es el sentimiento de injusticia, el poder del agravio cometido por quienes tienen la obligación de cumplir y hacer cumplir la ley lo que resulta intolerable  y violento, tanto más si el violentado, atacado por  el estado, resulta ser un ciudadano común y corriente cumplidor de su deber. La desmesurada actitud del estado  como de la respuesta provocada impide cerrar las heridas con un hombre que, de una u otra forma, refleja una realidad cotidiana de injusticias ancladas al pasado y, otras,  al presente en que vivimos, flor apenas entre abierta. Kohlhaas, muere como un criminal sin indulgencias, o sí, el Príncipe  de Sajonia le reconoció los bienes perdidos, sus derechos y su honra. Pero lo condeno a muerte por haber “quebrantado la paz territorial”. Reparado el agravio, no solo se hizo justicia con él sino con aquellos quienes le habían infringido el daño. Y para que no se repitiera la historia, el Principe se comprometió a educar  como caballeros y hombres de bien a los hijos del condenado. Así termina  la historia.  De ella dijo su autor, Heinrich von Kleist: “El mundo habría tenido que honrar su memoria, a no ser porque el hombre dio en exagerar el cultivo de una virtud: fue el sentido de la justicia, la razón que lo convirtió en forajido y asesino…”

Esta novela nos invita a la reflexión frente al sentido de la justicia y el alcance de la injusticia, cuando se ejercen la una como virtud y la otra como defecto de la autoridad en la aplicación del imperio de la ley. Desde aquí, invito a los lectores, a leer esta  obra aleccionadora en estos tiempos de guerras injustas, de crímenes nefandos sin sanción, de injusticia y de incumplimientos en  el ejercicio y aplicación de la justicia o en el engaño reiterado de políticos  marrulleros en el ejercicio de la democracia. Por último, para cerrar esta reseña, no debemos olvidar que el pilar fundamental de la democracia es la justicia en todos sus órdenes.



PARA REFLEXIONAR

Entre la espada y la pared…

“Los mejores engaños son aquellos que parecen proporcionar a la otra persona una oportunidad: las victimas sienten que controlan la situación; pero, de hecho, son marionetas. Tenemos que ofrecer a los demás opciones que actúen a nuestro favor sin importar lo que elijan. Hay que forzarlos a tomar decisiones entre el menor de dos males, sirviendo  cualquiera de ellas  para nuestros propósitos. Hay que ponerles  entre la espada y la pared: se la van a  clavar vayan donde vayan”.

                                                                                                                          ANONIMO



Carlos Herrera Rozo.