"UN HOGAR SIN LIBROS ES COMO UN CUERPO SIN ALMA"
"VEO QUE ME HA SUCEDIDO LO MISMO QUE OCURRE A LOS MANUSCRITOS PEGADOS EN SUS ROLLOS TRAS LARGO TIEMPO DE OLVIDO:HAY QUE DESENROLLAR LA MEMORIA Y DE VEZ EN CUANDO SACUDIR TODO LO QUE ALLÍ SE HALLA ALMACENADO"
SENECA-

lunes, 17 de octubre de 2011


           

San Agustín

El Autor.

San Agustín, nacido en el año 354 d.C. en los confines del Imperio Romano, en Tagaste, Argelia, vivía en Hipona.  Cuando los Godos saquearon Roma en el 410. Teólogo latino. Hijo de un pagano, Patricio, y de una cristiana, Mónica, San Agustín inició su formación en su ciudad natal y estudió retórica.

La  lectura de las Escrituras le decepcionó y acentuó su desconfianza hacia una fe impuesta no fundada en la razón. Su preocupación por el problema del mal, fue determinante en su adhesión al maniqueísmo. Dedicado a la difusión de esa doctrina, en Cartago (374-383), Roma (383) y Milán (384).

La lectura de los neoplatónicos, probablemente de Plotino, debilitó las convicciones maniqueístas de San Agustín y modificó su concepción de la esencia divina y de la naturaleza del mal, de manera que el mal sólo puede ser entendido como pérdida de un bien, como ausencia o no-ser, en ningún caso como sustancia.

En 388 regresó definitivamente a África. En el 391 fue ordenado sacerdote en Hipona. Tras la muerte del obispo Valerio, hacia finales del 395, San Agustín fue nombrado obispo de Hipona. Desde esta tribuna escribió sus célebres Cartas a amigos, adversarios, extranjeros, fieles y paganos, y ejerció a la vez de pastor,  orador y juez.

Al caer Roma en manos de los godos de Alarico (410), se acusó al cristianismo de ser responsable de las desgracias del imperio, lo que suscitó una encendida respuesta de San Agustín, recogida en La Ciudad de Dios, que contiene una verdadera filosofía de la historia cristiana.

El tema central del pensamiento de San Agustín es la relación del alma, perdida por el pecado y salvada por la gracia divina, con Dios, relación en la que el mundo exterior no cumple otra función que la de mediador entre ambas partes. De ahí su carácter esencialmente espiritualista, frente a la tendencia cosmológica de la filosofía griega. La obra de Agustín  se plantea como un largo y ardiente diálogo entre la criatura y su Creador, entre el bien y el mal, esquema que desarrollan explícitamente sus Confesiones.

Debe tenerse en cuenta  que Agustín llevo en su juventud una vida disoluta ocasionada por  su ingobernable miembro masculino, le preocupaban mucho sus involuntarias erecciones. Agustín las interpretaba como una reprobación divina, como un castigo por el pecado original. Agustín hace referencia a  su ingobernable  miembro una y otra vez; este hecho se convirtió en una de las claves tematices  de su teología, el pecado, la desobediencia, la falta de voluntad.

La Frase:

“Ya al alma, que se había deleitado ny usado mal de su propia libertad y se había desdeñado de conocer a Dios, la había dejado la obediencia que le solía guardar EL CUERPO… no le tenía a su albedrio, ni del todo sujeta la carne como siempre la pudo tener si perseverara ella guardando la obediencia y subordinación a su Dios. Entonces, pues, la carne comenzó a pecar contra el espíritu”

 La Ciudad de Dios.


La Obra:


La Ciudad de Dios /  Las confesiones

Es una obra extraordinaria, un  mayúsculo esfuerzo por dejarlo todo atado y bien atado, por organizar y estructurar bien la vida. La Ciudad de Dios es una obra que llena todos los espacios intelectual y conceptualmente, material, y espiritual, en idéntica forma y manera que dios lo llena todo. En él se resume la cultura clásica, se combate el paganismo, se elogia a Platón, se interpreta el Antiguo y el Nuevo Testamento, se habla de la creación, del tiempo, del estado y de las criaturas de Dios y su felicidad. Dios, pensaba Agustín, tenía un proyecto para el hombre, para su historia. Pero también para lo irracional, para lo discordante, para lo inexplicable.

La Ciudad de Dios influye de manera decisiva en la cultura de occidente, introduce la cultura Greco-Romana en la historia Cristiana. La influencia de Platón sobre Agustín es una de las líneas principales de4l pensamiento de occidente. Agustín adopto el idealismo Platónico, la jerarquía según la cual las formas, las ideas, constituyen la perfección, y las cosas mundanas, La realidad palpable, meras copias inferiores, reflejos de las anteriores. La perfección, según Agustín, paso a ser la idea visible de la bondad pura, la verdadera realidad que existe independientemente de nosotros. El espíritu y la materia de Platón pasan a ser en Agustín el Espíritu y la carne; lo superior y lo inferior se transforman en lo inmutable. Para Agustín  la existencia no es el resultado de la participación del bien como lo plantea Platón, sino de la participación en Dios. El cuerpo también participa de manera desobediente y obstinada.

Las Confesiones

En las Confesiones, Agustín  relata las diferentes etapas de su desastrosa juventud: los pecados cometidos durante su adolescencia (sus erecciones voluntarias e involuntarias); sus creencias en el maniqueísmo (la coexistencia entre los principios antagónicos  del bien y el mal) y por último, su tardía entrega a Dios a la edad de  treinta y tres años.

Agustín, según su propio testimonio, se la pasaba muy bien, pero el placer no dejaba de estar enturbiado por la culpa. Agustín era un hombre de carne y hueso, un amante de las mujeres, no un santo varón. Quizás sea esta percepción lo que nos permite identificarnos con Agustín, su autenticidad como ser humano, la lucha consigo mismo, sus anhelos, sus triunfos  y recaídas y la voluntad siempre pendiente  de un  débil hilo.

Agustín comprende la naturaleza de la vida, está familiarizado, porque lo ha vivido, con el egoísmo, con los vicios que forman la base de la personalidad  humana, con el deseo de desobediencia, la libertad, que es tan fuerte, que jamás podremos dominar. San Agustín, en sus Confesiones, es la vida misma.




No hay comentarios:

Publicar un comentario