"UN HOGAR SIN LIBROS ES COMO UN CUERPO SIN ALMA"
"VEO QUE ME HA SUCEDIDO LO MISMO QUE OCURRE A LOS MANUSCRITOS PEGADOS EN SUS ROLLOS TRAS LARGO TIEMPO DE OLVIDO:HAY QUE DESENROLLAR LA MEMORIA Y DE VEZ EN CUANDO SACUDIR TODO LO QUE ALLÍ SE HALLA ALMACENADO"
SENECA-

miércoles, 21 de septiembre de 2011


El Autor


Fernando de Rojas /  1476-1541

Durante mucho tiempo se dudó acerca de la autoría de la obra. Se da como seguro que fue Fernando de Rojas, que nació en Puebla de Montalbán (Toledo), probablemente en 1476. Estudió leyes en la Universidad de Salamanca y llegó a  ser Alcalde Mayor de Talavera (Toledo), donde murió en el año 1541.

El siglo XV se cierra con la aparición de una de las obras cumbre de nuestra literatura: La Celestina. Es una época en que el humanismo ya está en plena vigencia,  que también influye en la obra de Fernando de Rojas. De Italia han llegado nuevas ideas, la nueva estética que  se plasmará definitivamente en las costumbres, las artes y las letras…



La Frase

“CELESTINA.- La mayor gloria que el secreto oficio de la abeja se da, a la cual los discretos deben imitar, es que todas las cosas por ella tocadas convierten en mejor de lo que son. De esta manera me he habido con las zahareñas razones y esquivas de Melibea. Todo su rigor traigo convertido en miel, su ira en mansedumbre, su aceleramiento en sosiego. Pues ¿a qué piensas que iba allá la vieja Celestina, a quien tú, además de tu merecimiento, magníficamente galardonaste, sino a ablandar su saña, a sufrir su accidente, a ser escudo de tu ausencia, a recibir en mi manto los golpes, los desvíos, los menosprecios, desdenes, que muestran aquéllas en los principios de sus requerimientos de amor, para que sea después en más tenida su dádiva? Que a quien más quieren, peor hablan. Y si así no fuese, ninguna diferencia habría entre las públicas que aman, a las escondidas doncellas, si todas dijesen sí a la entrada de su primer requerimiento, en viendo que de alguno eran amadas. Las cuales, aunque están abrasadas y encendidas de vivos fuegos de amor, por su honestidad muestran un frío exterior, un sosegado rostro, un apacible desvío, un constante ánimo y casto propósito, unas palabras agrias, que la propia lengua se maravilla del gran sufrimiento suyo, que le hacen forzosamente confesar al contrario de lo que siente. Así que, para que tú descanses y tengas reposo, mientras te contare por extenso el proceso de mi habla y la causa que tuve para entrar, sabe que el fin de su razón fue muy bueno”.



La Obra


En La Celestina se muestran los trágicos amores de Calisto y Melibea y las malas artes que emplea la alcahueta Celestina para que se enamoren.

Calisto, un mozo inteligente y de la aristocracia, ha conocido en una huerta a la bellísima Melibea, y se ha enamorado de ella. Vuelve a encontrársela en la ciudad, cerca de la iglesia, y le comunica sus sentimientos; ella lo rechaza. Vuelve Calisto a su casa y confiesa su amor y su pesar a su criado Sempronio. Éste le propone que utilice a la vieja Celestina como intermediaria, para que suavice la aspereza de Melibea

 
Celestina logra entrar en la mansión de Melibea e intercede en favor del enamorado; consigue vencer su esquivez y la joven corresponde a Calisto. Calisto suele visitar a Melibea trepando a su jardín por una escalera de cuerda; estando en él, se produce en la calle una pelea. El joven, pensando que uno de sus nuevos criados tiene problemas, desea intervenir en ella y al bajar por la escalera cae al vacío. Calisto muere, y Melibea, al saberlo, sube a una torre y se arroja desde lo alto.
La obra termina con el llanto de Pleberio, padre de Melibea.








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