William Faulkner.
El
Autor:
Uno de los
novelistas estadounidenses más importantes de este siglo, famoso por sus cerca
de veinte novelas en las que retrata el conflicto trágico entre el viejo y el
nuevo sur de su país. Nació en New Albany (Mississippi) el 25 de septiembre de
1897 y creció en las cercanías de Oxford. En la I Guerra Mundial ingresó en las
fuerzas aéreas de Canadá sin llegar nunca a entrar en acción. En 1924 publicó por su cuenta El fauno de
mármol, un libro de poemas. Viajó a Nueva Orleans donde trabajó como
periodista y conoció al escritor de cuentos Sherwood Anderson, que le ayudó a
encontrar un editor para su primera novela, La paga de los soldados
(1926), y le convenció para que escribiera acerca de la gente y los lugares que
conocía mejor. Esta novela narra la historia de un soldado joven que vuelve a
casa después de la I Guerra Mundial, inválido física y mentalmente, y cómo su
enfermedad y muerte posterior afectan a sus allegados más cercanos. Viaja por Europa vuelve a casa y comenzó a escribir
su serie de novelas, ambientadas en el condado ficticio de Yoknapatawpha
(inspirado en el condado de Lafayette), habitándolo con indios, negros, ermitaños, provincianos blancos
y pobres. El año 1929 fue crucial para
Faulkner. A su novela Sartoris siguió El sonido y la furia, novela que
confirmó su madurez como escritor. Se casó con Estelle Oldham, decidiendo establecer su casa
y fijar su residencia literaria en el pequeño pueblo de Oxford. Sus libros
recibieron buenas críticas pero sólo se vendió bien Santuario.
Faulkner es exigente con el lector. Crea una atmósfera de difícil secuencia, sus frases complejas se alargan demasiado y, jugando con el tiempo de la narración, interpola relatos, experimenta con múltiples narradores e interrumpe la narración con monólogos interiores. La obra de Faulkner, casi experimental, creó escuela y las letras hispanas siguieron trabajando el género, como puede apreciarse en las obras de García Márquez, Juan Rulfo , Carlos Fuentes ,Vargas Llosa y en fin en la generación del boom Latinoamericano. Los logros de Faulkner como escritor fueron reconocidos internacionalmente en 1949 al concedérsele el Premio Nobel de Literatura. Continuó escribiendo, tanto novelas como cuentos, hasta su muerte en Oxford, el 6 de julio de 1962. Entre sus obras principales se encuentran Mientras agonizo (1930), Luz de agosto (1932), ¡Absalom, Absalom! (1936), Los invictos (1938), El villorrio (1940), Desciende Moisés (1942), Intruso en el polvo (1948), Una fábula (1954, Premio Pulitzer de 1955), La ciudad (1957), La mansión (1959) y Los rateros (1962), también ganadora de un Premio Pulitzer.
La
Frase:
“Nuestra tragedia actual es un temor general en todo el mundo, sufrido
por tan largo tiempo que ya hemos aprendido a soportarlo. Ya no existen problemas
del espíritu, sólo queda esta interrogante: ¿Cuándo estallaré? A causa de ella,
el escritor o escritora joven de hoy ha olvidado los problemas de los
sentimientos contradictorios del corazón humano, que por sí solos pueden ser
tema de buena literatura ya que únicamente sobre ellos vale la pena escribir y
justifican la agonía y los afanes.
Ese
escritor joven debe compenetrarse nuevamente de ellos. Aprender que la máxima
debilidad es sentirse temeroso y después de aprenderlo olvidar ese temor para siempre,
no dejar lugar en su arsenal de escritor sino para las antiguas verdades y
realidades del corazón, las eternas verdades universales sin las cuales toda
historia es efímera y predestinada al fracaso: amor y honor, piedad y orgullo,
compasión y sacrificio”.
“Un
hombre es la suma de sus desdichas. Se podría creer que la desdicha terminará
un día por cansarse, pero entonces es el tiempo el que se convierte en nuestra
desdicha”.
William Faulkner
La Obra:
Mientras Agonizo
Mientras agonizo es una novela fúnebre, centrada en una mujer que
agoniza, Addie Bundren, y después, en la carreta que lleva el cadáver por un camino accidentado para cumplir con la última voluntad
de su dueña: Sepultar su cadáver donde vio
sus primeras luces, donde estuvo
su cuna.
El
relato es la narración de un viaje épico, aunque la forma en que se narran los
acontecimientos, desde el interior de los personajes, se aleja del realismo Homérico.
Puede afirmarse así mismo que, dado lo rudo de sus personajes, desarrapados
campesinos, movidos por pasiones primarias bajan del lugar donde viven, para
dirigirse, a través de una tierra maldita, en busca de una tumba lejana.
Mientras agonizo es un simbólico
descenso a los infiernos, un viaje dantesco a la región de los muertos.
Faulkner
en su afán de liberarse de su
puritanismo se siente aterrorizado y
atraído por el poder del mal en sí mismo, y en particular, por la lujuria como
violación de la inocencia y como recaída en el pecado original, que es el
origen de la muerte. Por ello, Dewey, la única hija del matrimonio Bundren, se
sintió arrastrada, como su progenitora, por los oscuros instintos de la sangre
y cayó en el torbellino del instinto ciego del amor carnal.
Ya
casi al final de la novela nos encontramos
con un monologo que tiene algo de
macabro toda vez que, parece que de pronto, el cadáver de la difunta, ya
putrefacto, cobre vida y pronuncie unas palabras estremecedoras: “Como mi padre
solía decir, la finalidad de la vida no es otra que la de aprestarse a estar
mucho tiempo muerto. Y al pensar en que tenía
que ver día tras día a cada uno de ellos y de ellas, y todos con sus respectivas vergüenzas y egoísmos personales, y que tal
era, a lo que parecía, la única manera de disponerme a bien morir, no podía
menos de maldecir a mi padre por habérsele ocurrido engendrarme”.
Carlos
Herrera Rozo.
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